El inicio de mi vida fue terrible, un accidente a los siete meses de nacido hizo que mi cuerpo tuviera quemaduras en casi un 70%...
¿Te imaginas?
Un bebé que debería estar disfrutando la vida, en realidad estaba comenzando el calvario de varios años.
Hoy, de esas secuelas no queda prácticamente nada, las cicatrices físicas y, las más importantes, las del alma, han desaparecido; canalicé las desgracias en cosas positivas, he superado todos los obstáculos que me ha puesto la vida.