Un método para hacer frente a los problemas.
Todos tenemos problemas y a todos nos cuestan trabajo enfrentarlos; a algunos más y otros menos, lo importante realmente es el cómo le hacemos para atacarlos. He escuchado a mucha gente que dice que se resuelven solos, lo cual es una mentira. Si crees que ignorando los problemas se van a resolver, con el tiempo, lo único que tendrás es problemas más grandes.
A los problemas hay que enfrentarlos, atacarlos de frente, sin miedo, sabiendo que quizá al momento de hacerlo, no sea tan difícil como lo imaginamos. Muchas veces nuestro cerebro nos hace pensar que las cosas son peores de lo que son, por eso hay que aprender a controlar lo que pensamos.
Lo que a mí me ha funcionado es empezar de lo peor a lo mejor, es decir, hacer una evaluación de la situación, observando cuáles son las consecuencias más graves o la situación más grave de lo que ya pasó. Por eso, como lo cuento en mi libro, cuando mi fábrica se quemó lo primero que pregunté fue si hubo muertos, que definitivamente era lo más difícil de enfrentar.
Como segundo paso debes pensar en las situaciones de mediano plazo, o sea, qué es lo que tienes que hacer para que las consecuencias no sean tan graves y poder enfrentarlas. Por ejemplo en el caso del incendio de la fábrica fue preguntarme por el seguro y la situación legal, pero esto no siempre aplica a todos los problemas.
Por último, debes empezar a resolver aquello que resulta más sencillo, que en muchos casos, después de resolver todo lo complicado, quizá ni siquiera te parezca un problema.
Lo más importante es que de todas estas situaciones aprendas de ellas, por eso digo que yo a los problemas grandes los veo chicos y a los chicos como una simple oportunidad.
